viernes, 9 de julio de 2010

19/21---> Mejor no pasar a la historia

Conocemos muchas cosas, pero poco sabemos de cómo hemos llegado a saberlas. Si en la entada anterior descubríamos las maravillas que obra nuestro lóbulo frontal en esta vamos a incurrir en una de las desgracias, que como tantas otras, ha hecho avanzar a la ciencia pues gracias a ella se ha podido perfilar y definir las funciones de parte del cerebro humano.

Este es una caso que refleja porque a veces es mejor no pasar a la historia. Se trata de Phineas Gage, fue un obrero de construcciones ferroviarias y durante el desempeño de su trabajo en 1848 sufrió un terrible accidente que hizo cambiar su vida y el de las neurociencias. Mientras manipulaba una barra de acero se produjo una detonación inesperada a consecuencia de la cual la barra le atravesó el cráneo sesgándoles estructuras cerebrales. Sin embargo, sobrevivió.

Tras el accidente y las pertinentes intervenciones Phineas nunca volvió a ser la misma persona, cambió por completo. Su personalidad ya no era la misma, pasó de ser un hombre responsable y ejemplar a alguien tosco, impertinente, con nula capacidad de previsión de acciones y responsabilidades de las mismas, etc..

Entorno a este suceso se estudió en su momento y a posteriori la implicación de las estructuras dañadas en las funciones cognitivas específicas. Era una evidencia científica, más allá de postulados teóricos.

Quizás esta historia les haya recordado vagamente al argumento de “A propósito de Henry”, un déspota abogado que tras un incidente que le ocasiona daño cerebral sufre una amnesia retrógrada y tiene que reentrenar sus actividades de la vida diaria, instrumentales, función cognitiva, etc.. Tras el accidente, el abogada cambia por completo su forma de actuar, en este caso “para bien”.

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