miércoles, 27 de abril de 2011

Tengo una pregunta para usted.


¿Todo tiene fecha de caducidad?
















 

domingo, 24 de abril de 2011

Impasse

O la necesidad de un tiempo muerto para coger fuerzas y tomar impulso. Reconfortante. 


Estamos listos para continuar...




domingo, 17 de abril de 2011

Ya no sueño...


"Porque sueño, yo no lo estoy.
Porque sueño, sueño.
Porque me abandono por las noches a mis sueños, antes de que me deje el día.
Porque no amo.
Porque me asusta amar
Ya no sueño, no sueño...

A ti, la dama, la audaz melancolía que con grito solitario hiendes mis carnes ofreciéndolas al tedio, tú que atormentas mis noches cuando no sé qué camino de mi vida tomar, te he pagado cien veces mis deuda. De las brasas del ensueño sólo me quedan las cenizas de una sombra  de la mentira que tú misma me  habías obligado a oír. Y la blanca plenitud no era como el viejo interludio, y sí una morena de finos tobillos que me clavó la pena de un pecho punzante en el que creí, y que no me dejó más que el remordimiento de haber visto nacer la luz sobre mi soledad."


Fragmento de "El Valle de los avasallados" de Réjean Ducharme. 
Leído en  el cristal de  Vicente Libros, o el placer de ir a trabajar andando.


viernes, 15 de abril de 2011

#pequeñosplaceresdelavida (V)

81. Ponerme tu ropa, cuanto más grande mejor.
82. Verte comer.
83. Calentarme los pies enfriando los tuyos.
84. Que me encuentres gracias a los prismáticos.
85. Escuchar tus conversaciones con Lord Voldemort
86. Preparar la cena contigo.
87. Picar algo en la cocina  entre conversaciones.
88. Distinguir tus cosas por su olor.
89. Recostarme sobre tu pecho.
90. Refuguiarme a tu amparo.
91. Presenciar el extraño ritual de agazapamiento para comer choped
92. Dormirme mientras me hablas.
93. Prepararte  pan con chocolate para merendar.
94. Acariciarte el antebrazo.
95. Oírte respirar mientras duermes.
96. Peinarte
97. Comtemplar tu ausencia de velocidad para comer un yogurt
98. Sentir tus manos en mi cintura.
99. Darte frío en el cuerpo con las manos.
100. Despertar a tu lado.



jueves, 14 de abril de 2011

#pequeñosplaceresdelavida (IV)

61. Compartir viajes a cualquier destino. 
62. Recibir felicitaciones el día 6 de noviembre, mi otro cumpleaños.
63. Llamarte pesada quince veces al día.
64. Repartir y recibir golpes involuntarios en cada pachanga. 
65. La cara de susto al chascarte los dedos. 
66. Hacer preguntas que se responden con una caída de ojos. 
67. Necesitar un diccionario a mano para entenderte. 
68. Reconoceros a kilómetros de distancia por la forma de caminar. 
69. Que te hagan creer que has resuelto algo tras pistas infinitas. 
70. Escuchar conversaciones en las que no entiendes nada y descubrir que no eres nadie. 
71. Comidas con más postres que personas. 
72. Chocolate caliente en noviembre. 
73. Escarbar suavemente en vuestra persona. 
74. Observaros sin ser observada. 
75. Veros reír sin saber de qué. 
76. Consejos fraternales. 
77. Verdades edulcoradas.
78. Destruir barreras invisibles. 
79. Compartir grasas y colesterol cada viernes. 
80. Guiños ocultos, cuchibiri-cuchibiri.



miércoles, 13 de abril de 2011

#pequeñosplaceresdelavida (III)

41. Llorar a solas
42. El olor del Galán de noche.
43. Vestirme con lo que me apetezca según mi ánimo.
44. Inventarme los nombres de las cosas.
45. Partir almendras añejas y comerlas.
46. Andar descalza.
47. Ver  nevar una vez cada 25 años.
48. Mi pelo recién salido de la peluquería.
49. Beber coca-cola cenando tranquilamente.
50. Coger espárragos y llenarte de arañazos.
51. Coger piñones y tiznarte las manos.
52. Reconocer caras de desconocidos que me encuentro en los mismos lugares, a la misma hora.
53. Cerrar los ojos para meditar.
54. Abrazarme a la almohada
55. Dormir pegada a la pared y al lado de la ventana.
56. Escribir a mano.
57. Leer panfletos de publicidad en el baño.
58. Soñar despierta.
59. Hacer deporte para quemar estrés.
60. Regalos absurdos (o no) en días absurdos.



martes, 12 de abril de 2011

#pequeñosplaceresdelavida (II)

21. Verte en una foto de cuando eras pequeño.
22. Pasear intramuros en silencio.
23. Pan y queso en la cena que no falte.
24. Encontrarte dinero olvidado en los bolsillos de un pantalón.
25. Cubrir los brazos con manga larga en las primeras noches frescas de final de verano.
26. Desponjarte del abrigo con la llegada del buen tiempo.
27.Sentarte por la noche a tomar helado de chocolate blanco hacendado un poco derretido
28. La sensación con la primera inmersión bajo el agua de la piscina.
29. Ver como llueve.
30. Atisbar las luces y la silueta de tu ciudad a lo lejos cuando vuelves de viaje
31. El sonido de los grillos en las noches rasas en el campo.
32. Mirar al cielo estrellado  en las noches sin luna desde la montaña.
33. Pasear por los rincones de la umbría en temporada de lluvias.
34. Cenar a la intemperie.
35. Rascar con las uñas el ribete de las mantas.
36. Explotar burbujas de plástico.
37. El sabor de unas croquetas caseras de carne de cocido.
38. El color del atardecer.
39. El olor de una vela de vainilla consumiéndose.
40. Rebañar el bol de la masa del bizcocho.


lunes, 11 de abril de 2011

#pequeñosplaceresdelavida (I)

 1. Dejar la ventana abierta durante la noche para poder dormir arropada hasta el cuello.
 2. Acostarme con calcetines para quitarlos un segundo después con maniobras contorsionistas de los dedos de los pies.
 3. Quedarme dormida leyendo.
 4. El olor de las sábanas limpias.
 5. Tomarme mi yogurt con cereales después de cenar mientras deambulo tranquilamente por internet.
 6. Ir andando a trabajar en medio de  la nocturnidad  previa al alba.
 7. Abstraerme del mundo escuchando música mientras camino por la calle.
 8. Darlo todo  aprovechando que nadie te ve ni te oye mientas conduces y suena esa canción.
 9. Conducir sin tráfico.
10. Meter la cabeza debajo de la ducha.
11. Emocionarme con canciones venga a cuento o no.
12. Hablar con mis  peluches como si fueran de la familia y te hicieran caso.
13. Ponerme las gafas y descubrir lo nítido que es el mundo.
14. Quitarme las gafas después de horas con ellas y  no ver nada.
15. Relajarme escribiendo cualquier tontería en twitter.
16. Hacer extensibles mis pensamientos transitorios y absurdos en este rincón.
17. Llegar  al viernes a las 21:00 para olvidar preocupaciones en el multiusos.
18. Despertarme de madrugada y descubrir que aún quedan horas por delante de sueño.
19. Contemplar un días gris después de constante sol.
20. Ver erguirse la silueta de la  parte antigua iluminada por la noche desde cualquier punto de la ciudad.


viernes, 8 de abril de 2011

Despegando(te)...

Mi historia de vida se configura a partir de pequeños recuerdos, como la de todos, sí. Buscando entre esos archivos comprimidos me he visto vestida con un chandal azul y blanco con la imagen de Chaplin (¡WTF!), calcetines verdes o blancos y zapatos (ojo con las pintas). Me he visto llegando al campo en el horizon blanco de mi tía con los asientos cubiertos por una manta de rayas en distintos tonos azules, blancos y rojos con terminación en flecos, muy de moda en la época. Veo a mi abuela con su bata de cuadros dándole lascas de choped a Skiper y Bandi (entiéndase que eran canes)mientras éstos saltan como los delfines en cualquier exhibición de acuario. En la jornada campera, y en su correspondiente temporada, no faltaba la visita al huerto. Atabiada con los aperos propios; unas botas catiuscas de obrero en color verde militar que, por lo general, eran un par de números superior al necesitado. Otro must have de la época, no lo dudo. El caso es que engalanada de la mejor forma posible pululaba yo entre habas y altramuces (qué finura, chochitos de toda la vida) a su recogida. Ayudar, ayudar, lo que se dice ayudar, es posible que no ayudara mucho, pero mi compañía tenía un precio inestimable (modo clásico para justificar cualquier clase de ineptitud). Lo más divertido de aquello, además del inigualable placer de rascar como loca las envenenadas caricias de las ortigas, era descubrir bichos a espuertas entre hoja y hoja. Así que aquella actividad que se iniciaba como “vamos a coger habas para hacer un arroz” sólo era una tapadera para dar paso a la clandestina búsqueda de mariquitas, oh sí, entre tanto bicho feo (¡contigo no bicho!) siempre había unas cuantas mariquitas. Que insecto más exótico, qué colorido, qué carisma, qué dulzura. Habiendo encontrado mi tesoro, la subía a mi mano, la enseñaba triunfante al sufridor adulto acompañante y le obligaba a cantar a capella, en un dúo imposible, aquello de “Mariquita de Dios cuéntame los dedos y vete con Dios...” 

Hoy, taitantos años después, mi mariquita ha desplegado sus pequeñas alas nuevamente, las ha agitado y ha elevado el vuelo. Como no podía ser de otra forma ha salido sin hacer ruido, sin despedirse, sin decir adiós. Pero su ausencia, su silencio, ensordece ahora cada mañana y cada noche. Ella ya no acaricia mis dedos, ni hace cosquillas en el dorso de mi mano; vuela libre como siempre le gustó, en busca de la luz del sol, de los colores del arcoiris y con la dirección que el viento le invite a tomar, si necesita coger aliento respostará en cualquier nube, lo sé. De la misma forma que sé que ella sigue ahí, a escasos pasos de distancia, y que este pequeño duelo y esta pequeña tristeza son en sí mismos innecesarios. Sólo espero que lo haya hecho por sí misma y por nada nadie más, en cuyo caso, pese a que sea imposible no echarla de menos y aliviar esta sensación de distancia, seremos muchos los que estemos contentos. Todos aquéllos que gastábamos y gastamos sus sonrisas, sus palabras y su silencios. En el camino que ahora emprendes sólo te deseo lo que tú siempre predicaste: “Despacito y con buena letra”

PD.:"Es lo que hay"

jueves, 7 de abril de 2011

Y si falla el satélite...



Entre el tino y el error se balancea boraz  la duda que en ciertos cruces de vías colapsa el pensamiento. La presión propia imprimida por el carácter incierto, las inquisitorias miradas ajenas (qué suerte que lo  sepan siempre todo) y el miedo al fracaso, a las consecuencias de una negligente elección, dejan paso a una actividad tan arriesgada y delicada  como la construcción de un castillo de naipes frente a la ventana.


Puede que sólo se trate del temor a crecer, al compromiso, a las responsabilidades, al cambio, a la perseverancia requerida,  a la incertidumbre...  pero  por encima de todo el mayor desasosiego no lo produce la derrota por la acción llevada a cabo, sino el vacío por omisión. 

La falta de error no implica acierto necesariamente. Dejarse vencer y abatir por la desidia no evita las heridas, ni borra cicatrices. Es el peaje de vivir,   y  por acción u omisión, con victoria o con derrota; habremos aprendido algo,  habremos llenado un poquito más nuestra mochila de cara a futuros cruces y caminatas errantes.



Y si miramos bien a nuestro al rededor es posible que encontramos avituallamiento en los pequeños placeres de la vida.