miércoles, 4 de noviembre de 2015

A mis treinta y...

Adiós. Y como todos, melancolía. Se mire como se mire, eufemismo de tristeza.

Era el momento, lo es. El  de dar una muerte digna a este pequeño rincón, a los ratos antes de dormir.   Nació casi por casualidad, como  tantos otros, para desaguar un poco  cuando vienen las crecidas. Poco a poco le cogí cariño y se convirtió en un lugar cálido, algo mucho más bonito y personal que una red social. Ahora te pongo un color por aquí, ahora te cambio la fuente por allá, esta plantilla no me gusta mejor la otra... creció conmigo y yo con él. Era el lugar donde volcar desde lo más absurdo de lo absurdo, hasta una canción, las "crónicas" de un viaje o donde regalar felicitaciones. Y fue como yo, inútilmente introvertido; pero con la ventaja del que se camufla  entre las letras y tras una pantalla. Te tapas los ojos, pero miras por los huequillos.

No era justo expirar con un vulgar páramo desierto herido por una sequía de palabras  que se alarga en el tiempo y por qué no admitir, que  bien aderezada con el recelo propio que nos da el paso del tiempo. Inexplicablemente, como la más dolorosa de las rupturas,  estaba alargando la agonía sin razón de ser, sólo por "y si..."

Hoy,  día en que me uno al club de los viejóvenes, era tan buena ocasión  como cualquier otra para echar el candado. Absurdo el ser humano que nos marcamos ciclos, épocas, etapas, antes y despueses... que en la realidad no son nada.  

Ya voy, ya voy... termino de hacer la mochila y salgo.  Me la llevo cargada  experiencias positivas y negativas (:modo ironía on: "¡oh! ¡Sorpresa!", seguro que esto no lo esperabais :modo ironía off:). Entre tanto, te acabas dando cuenta de que la decepción es lo más difícil de digerir. La decepción  de uno mismo para contigo mismo, cita ineludible sin embargo. 

Anyway...

Es la hora, termina como empezó, recordando que vivir te deja cicatrices imperecederas y recuerdos insustituibles.








P.D.: Qué seria eres