En tu implacable esencia aguardan mis ganas de combatir, derrotada en instantes, victorias encubiertas. Paso a paso se mantiene el clamor, a veces titubeante. Obstáculos prescindibles, inexplicables, porqués que siguen vacíos. Medio vacío, medio lleno, derramado o colmado, da igual, seguiremos.
Qué contentos estamos todos, cuántas medallas y cómo está triunfando el deporte femenino ¿Yes?
Si uno ve un telediario o coge un diario deportivo estos días lo único que veremos, serán medallas y medallistas. Tardaremos 0,5" en oír/ver, depende el medio, el raking que ocupamos en el medallero. Y ése es el mérito y el demérito de las olimpiadas, todas las medallas suman igual, da igual que la ganes en vela, en BMX, baloncesto que canotaje de aguas tranquilas. Por eso el deporte femenino y los minoritarios importan, aunque no voy a negar que la eliminación de la selección española en los primeros compases nos ha hecho un favor a todos.
Pero en mi opinión lo más gracioso somos el público mayoritario y por descontado, la prensa. Primeros días, no caen medallas, llueven palos por todos sitios. Primeros días, muchos diplomas olímpicos y la gente se mofa de ellos. Y es cuanto menos paradójicos...365 días al año durante cuatro años vivimos pendientes y mantenemos dos, tres, cuatro deportes en el mejor de los casos y llegan las olimpiadas y la gente se escandaliza si no hay medallas. Pues a mí lo que me sorprende es que obtengamos tan buenos resultados.
Y luego está la gracia de los diplomas, nadie comprende que esta gente (algunos) depende de los resultados que obtengan, que se resuelve en fracciones de segundo, que expones el trabajo de cuatro años en un instante y que una sola cosa que se tercie mal puede dar al traste con todo. Son décimas lo que separan un Trending Topic donde todo el mundo te dice "que guapa eres y que tipo tienes" de la indiferencia y lo que es peor, la mofa. De verdad es necesario comentarios del tipo "tenemos diplomas olímpicos hasta para limpiarnos el culo"
Un diploma olímpico es una final olímpica y haber superado a muchos adversarios.
En una mierrrda de semana tienes
que encontrar un rayo de luz, al menos yo lo he encontrado, que ya es más que
muchos.
El próximo jueves algunas
compañeras de trabajo y servidora en colaboración con el COPTOEX presentamos,
lo que sin duda será, de hecho ya es, un
orgullo para mí. Se trata de un humilde
cuaderno de estimulación cognitiva.
¿Cómo explicarlo? Publicar algo
siempre es motivo de satisfacción, pero en este caso tiene un aliciente mayor.
Ese es era el resumen de nuestra situación
laboral. Cada vez que me quejo de algo, me acuerdo de los miles de personas que
están sin trabajo o en peores
circunstancias y sí, pero eso no me lo quita nadie.
De una reunión casual (nótese el ton British) de una
tarde de febrero salió la idea, menos accidental de lo que
parece, y una fecha: 26 de marzo. Aceptamos, claro que aceptamos. A partir de ahí se sucedieron los miles de millones de
correos electrónicos, las miles de reuniones y correcciones, pero probablemente
nunca haya sido tan feliz profesionalmente hablando (cifras ligeramente
infladas).
Feliz, porque por primera vez tenía
la sensación de trabajar en equipo, tener compañeras con las que compartir
frustraciones y alegrías, tener un objetivo y objetividad y, sobretodo, porque fon fin tenía “mi consuelo”.
Que no es otro que, cuando todo esto pase y lo borren de un plumazo, yo tendré
la huella y la satisfacción de que no fue para nada.
Me siento muy orgullosa del
trabajo y de todas mis compañeras, a las que hay que dar gracias por el buen
talante y paciente. Y no, no es el mejor cuaderno de estimulación cognitiva del
mundo mundial, pero a entusiasmo no hay quien lo gane. En pocos días echamos
horas como nadie, más de la mitad de ellas en balde. Ya hacíamos, ya deshacíamos. Ahora cuadramos, ahora
descuadramos. Y así hasta el infinito y más allá. Qué bonito es ser nuevo en
algo, las cosas que aprendes. Después de muchos cabezazos contra el word-openoficce-pdf nació y, el
jueves, el jueves tendré el honor de presentarlo en sociedad si las palabras me
acompañan (no hay miedo).
Tras mucho esperar este momento,
al fin ha llegado el día de poder compartirlo. Al final, en alguna medida,
hemos recogido el testigo de todos aquéllos que nos han insistido siempre en “publicad”,
“no sé que hacéis que no publicáis”, “sólo cuenta lo escrito”, etc. A ellos que
nos educaron profesionalmente va
dedicado esto.
Y con un poco de honestidad tengo que dar gracias infinitas al coptoex y
al polifacético Pablo Cantero por darnos
el empujón final, a la par que asistirnos
en este largo parto. En aquella reunión,
sí, la casual, creo que fueron las
primeras palabras que intercambié con él, pero sin duda merecieron la pena.
Hay gente deseando hacer cosas, a veces sólo necesitamos un poco de luz.
Esos extraños puntos de inflexión-reflexión.
Desasosiego, intranquilidad, inseguridad,
disconformidad, culpabilidad, apatía, desidia, procrastinación… perfume de diciembre como vago rumor de lo que está
por venir.
Las crisis, entendidas como
procesos de cambios (bueno o malo) forman parte de nuestra esencia (este rincón se nutre de ellas). Gracias a ellas
evolucionamos con el devenir del tiempo en algo más que pliegues en nuestra piel. En ocasiones son más
sigilosas y simplemente acontecen, sin
generar ningún tipo de convulsión. Son procesos que percibimos como naturales y
propios por lo que su gestión no tiene coste emocional.
Mayo-Junio, la meta a muchos proyectos que se diluyen estériles. Borrados
como un golpe de marea que engulle nuestras huellas en la arena. Siendo
sinceros, en sí mismo no constituyen un problema: error-aprendizaje y bis. Sin
embargo, algunos alicientes aderezan una sensación de quietud enmarañada que quiere desprenderse se su tela de de araña,
la que le apresa invisible, pero para la
que no encuentra el arrojo. Cansancio y miedo latente. ¿Atenazador? Quizá, pero por
momentos quiere convertirse en esa chispa conductora e impulsora.
Ha pasado tiempo desde el comienzo de esta pequeña catarsis. He tomado mi tiempo para desordenar mis ideas/suposiciones y volverlas a colocar, un hacer por hacer. La respuesta es que no he acabado de dar con la clave para encajonar cada cosa en su sitio. Es extraño, al principio el sobresalto era más propio de un óbito material, de una posesión. Con el tiempo, y la inevitable normalización, ha adquirido un semblante más irregular, duerme en el limbo entre lo que "me da igual", pero en realidad "no me da igual" y un "me importa", pero en realidad "no me importa tanto". Celo-Recelo. Quizá, es un pequeño sentimiento de traición, pero tampoco es tal. ¿Decepción? tampoco, tampoco, pero algo tiene.
Tengo dudas... Ahora, mi caparazón ha vuelto a ponerse en guardia y eso es lo que más me duele, de hecho, lo único que realmente me importa. Haber borrado la libertad de interacción que con pico y pala habíamos construido. Sentirme amenazada en mi contexto. Concedo pocos privilegios, lo sé. Me gustan los lugares, las palabras, los rincones, etc. con "carisma", pero yo carezco de cualquier clase de éste, lo sé. Es decir, a ciencia cierta exijo mucho para lo poco que ofrezco, a veces cuánto tengo. Sin embargo, no evita que ahora esté sumando esta pequeña derrota moral, lo siento.
Me inquieta el punto de vista inverso al mío, ojalá me hubiera sido concedido, creo que eso ayudaría a desprenderme de este vago sentimiento de menosprecio.
"Lo recuerdo todo como si fuera a ocurrir mañana, aquellos años descubrí la importancia de que las abajas bailen, a distinguir cuáles deben ser los dedos que marquen el compás del humo para poder acariciar a la reina, a tragarme mis urgencias y saber que cada saliva es una historia de besos prestados y un sabor que nunca se parece al que dejamos en la última boca, aprendí que dependiendo de a quién beses y cómo lo hagas así será tu vida"
Diego González. La importancia de que las abejas bailen.
En nuestra cultura de potingues y química variada (por fortuna, sí) tenemos como asignatura pendiente la prevención realista y eficaz. Obviamente, nadie ha entendido todavía que es mejor prevenir que curar, quizá la parte teórica está más acuñada, pero la aplicación práctica es ciertamente más difusa. Eso empieza en cada uno de nosotros, que al fin y al cabo somos los responsables de nuestra salud.
Hay determinadas enfermedades que son más vox pupuli y gracias a ello se las desestigmatiza, aunque no se les pierde el miedo, pero se le mira más a los ojos. Puede que esa sea la línea a seguir. En este caso, me parece oportuno aprovechar mi rincón para incitar, aunque sea de forma minúscula, a la prevención del cáncer de mama.
Internet se ha convertido una herramienta de ayuda en muchos apartados de nuestra vida, y en este caso no lo es menos. Mirando en la red podemos aprender varias cosas: síntomas que nos pueden poner en alerta y cómo realizar una autoexploración mamaria.
Síntomas:
Endurecimiento
Endidura
Protuberancia
Erosión de la piel
Hundimiento del pezón
Enrojecimiento o ardor
Asimetría
Fluidos
Vena creciente
Piel de narajna
Huecos
Bultos internos
Autoexploración mamaria:
Por supuesto, además de todo lo anterior no hay que olvidar acudir a las pertinentes revisiones y realizarse con la frecuencia idónea, dependiendo de la edad y factores de riesgos, una mamografía.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma emerges de las cosas, llena del alma mía. Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, y te pareces a la palabra melancolía.
Me gustas cuando callas y estás como distante. Y estás como quejándote, mariposa en arrullo. Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza: déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio claro como una lámpara, simple como un anillo. Eres como la noche, callada y constelada. Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo. Me gustas cuando callas porque estás como ausente. Distante y dolorosa como si hubieras muerto. Una palabra entonces, una sonrisa bastan. Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto
Pablo Neruda. Veinte poemas de amor y una canción desesperada.
No quiero un por qué, quiero un por quién (aquí podía y debía terminar este presumible amasijo de palabras).
No hay nada más, nada más sencillo que eso. No quiero un explicación que alcance al raciocinio y la lógica, quiero un sueño que se eleve suave y voraz hacia las nubes grises, como a mi me gustan, porque soy yo y es mi sueño y lo pinto con mis colores. Quiero que me mires y adivines, como por arte de magia, lo que mis silencios esconden y lo que mis palabras no te dicen. Pido... ¿ un imposible ? No (entre comillas escondidas), todos sabemos que no. Quién no ha conocido un momento, quizá fugaz, pero eterno en esencia... ese momento; a veces jodido, otras jodidamente maravilloso, de no ser capaz de ponerle palabras a los colores, a las emociones, a los hechos, a los sueños, a la vida. De vernos desbordados, para bien y para mal, de la esfera que nos envuelve . No importa como lo denomines, lo importante es reconocerlo. Experimentarlo. Saber que está ahí. No temer. A caso importa el nombre de las cosas.
No pido más que eso (¿Sólo?), que me mires con los ojos cerrados y me oigas con los oídos sordos. ¿Por qué? No, ¡por quién!
Aquí va un trocito de mí, no sé cómo ni de qué manera. No sé si alegre o triste, pero ahí estoy yo seguro. Para llorar con toda la pena de mi alma o para propulsarme sin opción al freno, no lo sé. Ahí me dejo.
En borbotones de palabras deshilachadas calló con estrépito su desgarrador silencio, aquél que resonó en su pecho como el bramido de un animal herido.
No fue diferente, sencillamente, fue como siempre.
Murió sin conocer la vida, sin ni siquiera nacer. En la ignorancia de un mundo ensordecido por el ruido que amordaza cada grito de auxilio.
Y sintió el dolor. Y sintió la consternación. Y sintió la desolación. Y sintió el pesar de los días. Y sintió el zarpazo envenenado del tiempo. Y sintió el frío penetrando por su piel. Y sintió empequeñecer ante sus iguales. Y sintió como las lágrimas apagaban el fuego cálido de su mirada. Y sintió... sintió su muerte carente de vida.