lunes, 1 de noviembre de 2010

Noviembre Dulce.

Enamorada confesa del otoño. De sus tardes grises ninguneadas por la crítica popular. Del tímido sol que brota, por fin humilde, entre las nubes iluminando ténuemente la faz del campo que revive, brota y reluce agradecido ante  la llegada de las primeras y escasas lluvias estacionales. Fascinante mezcla de colores cobrizos envueltos en un halo de imponente misterio salpicados por un suave manto verde. Y aún mejor, embriagador olor a lluvia aderezado con  pequeñas gotas del aroma  de algún fuego prendido para dar calor al cuerpo y al corazón. 

Oh, querido Noviembre; tan desapercibido, oculto, frágil y extraño como siempre. Asumiendo ese papel tan incómodo que el destino te hizo representar; epílogo de las luminosas tardes y  prólogo al festivo invierno. Sólo quién busca y hurga en ti es capaz de saborear la hermosura de  tus melancólicos días y la música oculta en la caída de cada hoja.

Querido Noviembre, que bueno que viniste un año más.

Who can say
where the road goes
where the day flows


1 comentarios:

wruk dijo...

Sabor a chaquetía,

Tonadas de saxo y piano,

Redescubrir a Bukowski,

Esencia de picón y romero seco,

Conversar hasta ordenar el orbe.


El otoño, por depresivo, es creativo y embaucador.
Qué lo disfrute.

Cuídese.