viernes, 8 de mayo de 2009

Burgosfera (III y Última parte)

La luz de un nuevo día resplandecía por las ventanas y mientras algunos se iban a desayunar otros echaban quinielas, para terminar todos en una céntrica plaza con forma poligonal. Desde allí partiría la exploración turística que, como no podía ser de otra forma, cobraría sentido con la intensa visita a los interiores de la majestuosa Catedral Burgalesa; aunque el pobre will se tuvo que marchar defraudado por no poder el video explicativo sobre la construcción de la misma. Tras esta visita obligada seguimos paseando por las calles del casco histórico y las más representativas mirando los tenderetes de productos propios de la tierra en busca de las morcillas perfectas, entre paseo y paseo pudimos ver y fotografiarnos con un valiente peregrino que con su concha viajaba a Santiago sin temor alguno a las gélidas temperaturas. Pronto el rugir de nuestras tripas anunciaban la llegada de la hora de comer por ello regresamos al hotel caminando por el bello paseo del espolón y la rivera del Arlanzón. Una vez allí nos reencontramos con Son y señora para terminar todos en busca de un sitio decentillo en el que poder reponer fuerzas, sentados por fin en la semana los platos de comida calmaban la hambruna mientras will queriendo ser dudosamente amable recordaba a quien había que darle las sobras de la comida. Con la panza llena volvimos a nuestros aposentos no sin antes hacernos con las suficientes provisiones de agua para la cada vez más cercana pachanga, así de precavidos regresamos al hotel las horas previas a ese momento culminante del viaje que cada uno invirtió en concentrarse de la mejor manera posible que pudo y supo como así lo demuestra la foto de Jugoncita. A las no sé cuales horas de la tarde (que si joer, que sí, que la próxima vez lo hago más pronto y me acuerdo de las horas) ataviados con las ropas propias del que va a jugar a Basket nos montamos en el coche para ir hasta el “pabellón” Mariano Gaspar, tras especular con todo los edificios grandes y con forma o presunta forma de pabellón que veíamos finalmente atisbamos una nave, con no muy buena pinta como para jugar en invierno, que resultaría ser el verdadero. Allí dentro iniciamos nuestro calentamiento mientras tanteábamos las canastas, poco a poco nuestros rivales hacían acto de presencia así hasta esta estar todos. Instantes antes de iniciar la pachanga en una acto espontáneo por ambas partes los capitanes se intercambiaron el banderín de cada club, además lo Burgaleses nos obsequiaron con un pin y una bufanda todo ello pasará a la posteridad en la foto de familia.
Bueno, sin más parafernalia de por medio el momento de saltar a pista había llegado wrukvanoic daba el cinco titular y diseñaba la estrategia en su pizarra, en la mesa un burgalés lesionado llevaba la anotación y el equipo rival se conjuraba para luchar contra las torres visitantes. El partido no tuvo historia, salvo el achuchón inicial de los locales inspirados desde más allá de 6’25 junto con la ansiedad de los visitantes les hizo dueño del marcador durante el primer cuarto, pero sólo sería un espejismo que de desvanecería por completo en el tiempo restante hasta el final. El domino de iron bajo los tableros, la garra de wrukvanovic, los brincos de Nipón Ichi, la polivalencia de Son, la visión de juego y generosidad del comunitario djfruco, el tiro exterior y la aguerrida defensa de Gunmancito así como las imprevisibles penetraciones de Will catapultaron a los extremeños hacia la victoria. Punto y final a la pachanga tras el pertinente aseo fuimos a cenar a un restaurante/sidrería de unos vascos en un pueblo a cinco kilómetros de Burgos cuyo nombre, a pesar de las veces que nos lo repitieron, no sé cual es. Para poder llegar hasta aquél extraño lugar necesitábamos un guía que como siempre fue nuestro dj favorito (aunque no sabemos que fue mejor si el remedio o la enfermedad xD), salimos del Hotel y fuimos siguiendo la estela de fruco para poder cenar, pero la cosa se fue poniendo fea. Pasaron los 5 kilómetros a los que estimábamos estaba el pueblo y no había nada más que una carretera secundaria totalmente oscura. Pasaron otros 5 kilómetros más y unas incipientes casas se veían, por lo cual pensábamos que estábamos salvados; pero nada más lejos de la realidad nuestro guía las pasaba de largo. Taitantos kilómetros después por una oscurísima carretera en la que no Te cruzabas con ningún coche y sólo había campo alrededor empezamos a temer por nuestra supervivencia, más cuando nuestro guía se metió con un brusco giro en un apeadero y detuvo el coche. Ya pensábamos que habíamos llegado al fin de nuestros días. Pero no, obviamente estábamos perdidos, así que tras unas cuantas pesquisas y deshacer parte del camino andado dimos con la sidrería. La verdad es que las dificultades para llegar merecieron la pena, pues unas morcillas de la tierra con unos chorizos del infierno aderezados con torta del casar que aportamos los viajeros hicieron las delicias de los comensales para abrir boca, y como plato fuerte unos espectaculares chuletones que incluían piedra ardiendo esperaban a los más hambrientos. Y pensar que por lo visto había un mito que decía que de Madrid pa’ abajo no se come… totalmente tirado por tierra.
Allí el que más y el que menos pasaba el rato entre conversaciones variadas, unos explicando que sólo les gustaba el ron a pesar de sumergir la tarta de whisky en whisky , otros con pachangas, baloncesto…de todo un poco, todo ello con una temperatura aproxima de 40º otra vez. Al término de la misma unos regresaron al hotel a descansar y a otros les dio el cuerpo para más y se fueron de copas, pero nuestras fuentes se quedan aquí. En la mañana del domingo los jóvenes viajeros recogieron sus enseres que en el caso de algunos como Jugoncita duplicó el tamaño de la maleta a base de guardarse todo los amenities del cuarto de baño que tanto le fascinaron, caramelos, bombones, libretas, bolígrafos, etc. todo cortesía del hotel. Así es normal que su habitación ahora pueda ser transformada en una “habitación silken”.
Y con esto y un bizcocho tras pagar religiosamente el hotel, retornamos a la autovía de la plata que nos llevaría de vuelta a casa. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Conclusiones:
*Gracias a todos los que formaron parte de este viaje en alguna medida
*Gracias por si hay algún valiente que haya leído la trilogía xD o alguna de sus partes.
*El Frío en Burgos es un mito
Si alguien no quiere aparecer en alguno de los tres relatos por nombre o foto que lo haga saber.

0 comentarios: