sábado, 20 de agosto de 2011

Dimes y diretes.

Esta entrada  va en honor a Diegazo, también lo recordarán de  exitazos como éste. Bien, hechas las presentaciones pertinentes, acometidas las citas oportunas me dispongo a desgranar  un debate que sostuvismos (¿este verbo está bien conjugado así? que raro suena, en el colegio me decían que cuando dudábamos  de algo era mejor buscar alternativas así  que...) surgió recientemente (uno sabe cuando empieza a escribir pero no cuando acaba así que las referencias temporales siempre son mejor indefinidas). 

Os voy a contextualizar un poco la situación. Diego y yo mantenemos alegres conversaciones (escritas porque me tiene miedo) acerca de las disyuntivas que suscitan y generan nuestras intrínsecas personalidades. Eso, traducido   para la gente de a pie  que vive al margen de tertulias trascendentales para la humanidad, quiere decir que yo  le  instigo por  acostumbrar a tener una visión reduccionista del mundo que le rodea (¿Qué tal JMJ bien, no?) y el me atosiga con preguntas  acerca de  mi escurridiza forma de relacionarme con el mundo y las personas que me rodean. Tal es la cosa, que le tuve que dar un informe por menorizado de técnicas para evadir  un saludo incómodo en plena travesía del viandante (Vamos, que soy la única que de vez en cuando se hace la despistada por la calle, no cuela).

En este toma y daca que gastamos ambos somos conscientes  de que tenemos la oportunidad  de ampliar fronteras e implementar nuestra conducta  gracias a las opiniones bien intencionadas del otro, con ese aporte externo necesario para apreciar lo que nuestra vista no alcanza.    Por este motivo  Diego tiene  el mesiánico compromiso  tácito de mejorar mi sociabilidad, por todos sabidos que no es la mejor.  Así pues llegamos al objeto de debate que nos ha brotado ¿Por qué no doy dos besos para saludar?

Lo desmenuzo para evitar controversia. Yo doy dos besos cuando es una persona que veo con poca frecuencia, cuando me presentan a alguien, cuando alguien tiene la iniciativa, a familiares,  en días de cumpleaños (Ángel se lo está perdiendo),etc. etc. cuando se trata de un ambiente de confianza, cuando hace escasos minutos hemos estado jugando/sudando y nos volvemos a ver pero aseados, etc. suelo hacer mutis por el foro; discreta, sigilosa. Nada más. A eso que yo  no le doy más importancia mi entrenador de socialización me sugiere que tengo que pulir ese aspecto y desmelenarme.  Me lo plantea como un reto y añade que "es más fácil que un abrazo" y "como buena representante del sexo femenino tengo que hacerlo".

Mi punto de vista es el siguiente. Para mi dos besos es un uso social exento de sentimiento y de complicidad en la situaciones anteriormente planteadas, aunque tendría cabida su  práctica me parece fuera de contexto,  o más que eso innecesario, prescindible.  No lo veo más que una costumbre social  y la ausencia de ésta  yo no lo considero como un añadido de mi falta de feeling social, simplemente lo valoro como un rasgo notorio de mi personalidad y por tanto, de mi identidad.  

En respuesta a sus  argumentos tal y como le expresé, no  considero más comprometido  el saludo que el abrazo, de hecho es completamente  inverso. Un abrazo sirve para transmitir un sentimiento, para desnudar un parecer,  ante esas situaciones sí soy más reticente. En el caso de no tratarse de besos como  formalismos  estaríamos en la misma situación que un abrazo. Es una nota aclaratoria para explicar que la dificultad no es directamente proporcional a la cantidad de contacto físico existente. Por último, añadir  una observación de lo más curiosa. Cuando nos salimos de las rutinas y los contextos habituales  el saludo se produce de forma tradicional a la par que natural (Véase en ferias). Y por cierto, esto viene  de ambas partes.

Y que para ser representante de mi género tenga que hacer eso ¿Es desgraciadamente cierto? Por favor, que alguien me arroje un poco de luz.


No sé, ¿Estoy loca? 

No mido lo momentos y la proximidad en besos de cortesía (lo cual no quiere decir que todo el mundo lo entienda así ni estuviera demás), lo mido en gestos, palabras, miradas, detalles, sonrisas, tonos de voz, muecas, en observaciones mudas. Sé que fallo, pero a veces me gustaría sentirme comprendida y correspondida.

Esta es mi reflexión  final y pública, gracias a Diego por su constante lucha con las causas perdidas (mis causas), en acuerdo o desacuerdo siempre me invitan a la reflexión.  Me alegra saber  que la crítica constructiva existe, y es de valientes. No como vosotros, pendejos todos, que escribo a salido tal cual  y nadie dice nada, y como esas muchas ¬¬



Notas aclaratorias:
  • Cualquier contenido real con la conversación original es casuística (Hay que buscarle el jugo como sea)
  • Vulnerar la privacidad de las conversaciones entre amigos está permitido sólo hoy y en este espacio.
  • No me hago responsable de las opiniones aquí vertidas ante cualquier reproche alegaré  enajenación mental transitoria.


4 comentarios:

Diegazo dijo...

Me he partido de risa releyendo la descripción que me hiciste hace un tiempo, pero vamos a los que vamos.

Yo lo decía porque con los pequeños detalles es con los que se gana las grandes batallas. La no costumbre de hacerlo, puedo a veces influir en que en otras situaciones seas más reticente a hacer según qué cosas.

Me alegra que lo tomases como algo a pensar, y no como una hoja de reclamaciones xD Es evidente que los abrazos tienen un contexto más "tierno" o personal (aunque también hay abrazos de Judas), el "céntímetros cuadrados de contacto" era por si había cierta barrera al hacerlos, más allá del cariño.

Pero en esto pasa una cosa curiosa. Como animales sociales, nosotros (lado masculino), tendemos a darnos la mano cuando nos vemos (con David en la vida coincidiré en la forma de hacerlo). Aunque hace poco nos hayamos visto. Ídem con otros amigos, aunque sea un toque, en plan "ey, aquí andamos de nuevo". De ahí que a raíz de que Carmen nos solicitara dos besos el viernes, me hizo mucha gracia la situación.

Aquí viene más el tema psicológico, o ese que pequeñas personitas estudian, los gestos. Inconscientemente, el hecho de que no muestres o hagas las señales sociales habituales, hace que el resto (sin ser conscientes), mantengamos más distancia contigo, lo que retroalimenta la cadena de "mantener las distancias". No es que esto te convierta en un "rudo marinero", pero hace que al resto quizás nos cueste más.

Al fin y al cabo, y por mucho que los más románticos digan que no, las primeras impresiones son las que provocan que se tenga o no más contacto con alguien, caso contrario será más complicado. Ya sea por físico, gestos, miradas... es como medimos primeramente a alguien; porque su forma de ser, no la vemos, solo la podemos intuir.

Dicho lo cual, esto no implica que por defecto tengas que darnos dos besos (¡incluso a Paquillo!) xD

Un abrazo ;)

Diegazo dijo...

Lamento las faltas ortográficas y la mala colocación de algunos tiempos verbales, ha empezado a tronar y he pulsado publicar sin revisar xD

Cris dijo...

Aquí hay mucha tela que cortar.

Estoy en acuerdo a la par que en desacuerdo contigo. Coincido en que las primeras impresiones son las primeras impresiones y nadie las va a cambiar, de hecho siempre he dicho/se ha dicho que cuando uno obtiene una primera mala impresión lo que hace en la siguiente ocasión es buscar indicios que confirmen su "teoría".

No obstante, opino que a veces somos muy "básicos" y me pregunto hasta que punto en según qué ocasiones conviene cambiar un aspecto para dar una mejor impresión. Sinceramente, en muchos casos no merece la pena, quien realmente quiera conocerte tendrá ocasión y no sé quedará en algo tan reducido, es lícito ser más jurisprudente con alguien que no te entra por el ojo, pero no sentenciar. Mira, yo detrás mía en el baloncesto hace años tenía a un loco que no hacía más que increpar a la gente porque querían quitarle su asiento, en ese caso una primera impresión rara estaría justificada, pero en otros casos, no.

Tonterías a parte, bien es cierto, y soy consciente, que es una opinión muy "romántica" y poco realista. Cómo último apunte te diré que yo desconfío mucho más de una persona que de buenas a primeras es muy simpático. Conclusión: las primeras impresiones son subjetivas y carecen de patrones. Lo que a ti te da buena impresión, puede que a mí no.

Al margen de eso, más o menos entiendo lo que me dices, pero sigo creyendo que prescindes un poco de mi "identidad", y aunque mis saludos sean muy mejorables no puedes pretender que salude como si fuera quien no soy, al fin y al cabo seguiría siendo transmitir una falsa impresión.

Para finalizar... hay que ver lo chunga que me pintas, así no habrá quien mejore mi primera impresión :(

Un Saludo y dos besos xD.

Diegazo dijo...

Enriquecedor intercambio de opiniones :)

En ningún momento se trata de forzar a nadie (tan solo he tomado a unos 50 peluches como rehenes mientras hablábamos), era una mezcla de curiosidad y saber qué opinabas. Cada uno, indudablemente, es diferente al resto, y ahí está precisamente la gracia, menudo aburrimiento en caso contrario...

Curioso el tema de que los aparentemente simpáticos te hagan desconfiar más al principio. Tanto porque hace nada hablando con una persona me comentó lo mismo, como que viene a confirmar algo que pensaba y veía personificado :p

Me retiro sigilosamente. Un saludo (¡los dos besos son para iniciar un encuentro!)