Quizás esta sea la definitiva o
quizás no. Así, pendida de mi propia dicotomía se esconden las palabras. A riesgo de mostrar mis debilidades y
sentirme aún más vulnerable surge una
tediosa sensación de grito. En un pequeño rincón como único vínculo con la vida
real, donde todo tiene matices, los
factores indeterminados se multiplican. Después de alborotar mis pensamientos
minuto tras minuto, después de
azotar mis sentimientos minuto tras minuto… hemos tomado una decisión. Hemos
prometido no sumergirnos en el bucle sin fin (sí lo hay, lo sé) por el que naufragamos naufragábamos a costa
viejos fantasmas conocidos que cual pirata asaltaron sin previo
aviso. Sí, así es; son malos tiempos
para la lírica. Apresada por las cuerdas imaginarias que yo misma me até, disfrazada del vacío sonoro, amarrada a las
sonrisas non natas abortadas por cada reiterativa absurda errata tratamos de
recobrar el sentido del dialogo interno
castigado con algún mal (deber ser un síndrome de broca porque no le
entiendo nada de lo que me dice.) Difícil realidad aquella de asumir lo que es
quiero y lo que es puedo, difícil sugestión que baña cada intento. Mientras,
empiezo a escuchar mi razón, tan cuerda
y aburrida como siempre, pero la
emoción aún no le da tregua, para ella no hay sentido común ni razones que
valgan. Entre tanto delirio mi
autoestima zozobra a la espera de un
flotador. ¡QUÉ ABSURDA! Si ella supiera que con agitar los brazos se mantendría a flote por sí misma, a
expensas del mundo…
jueves, 3 de febrero de 2011
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